Entrar es como viajar al pasado, y no solo por la llamativa presencia de libros físicos, sino también por la decoración antigua al estilo del siglo XX, y la música de jazz que brota de un anticuado aparato. Una mujer en sus setenta me sonríe desde detrás del mostrador principal, donde un cartel proclama con orgullo: DELICIAS PREPARADAS A MANO, NO IMPRESAS.
Muchos encuentran la idea de la comida hecha a mano poco higiénica. La impresión de comida a través de replicadores es una solución eficaz, pero algunos hallan placer en el factor sorpresa de la comida artesanal, aun cuando esta tiende a presentar imperfecciones en sabor y consistencia.
A mi encuentro sale un empleado joven cuyos ojos, de un violeta imposible en los seres humanos, indican que se trata de un androide. De no ser por ese detalle, podría pasar por una persona. Tiene un rostro agradable, de una belleza sosegada, calculadamente programada para no inquietar ni avasallar. La opacidad de sus pupilas indica un nivel de batería bajo. Es el equivalente robótico al cansancio en los humanos.
Abre la boca para decir algo, pero las palabras quedan trancadas antes de poder salir. Cuando su mirada busca la mía, puedo ver que todos sus recursos están enfocados en mantenerse en pie. Está a punto de entrar en suspensión. Me apresuro a sostenerlo y al leer su chip identificador mi sospecha se confirma: esta es la unidad que me han pedido investigar. ISMAEL: MODELO TALOS H-2578.
Me especializo en atender consultas sobre errores de funcionamiento en androides y reportar si estos son tan graves como para que la unidad deba ser retirada del mercado. Las primeras quejas sobre el modelo Talos tenían que ver con la duración de la batería, pero algunos incidentes de dispositivos defectuosos que entraron en cortocircuito con resultados desastrosos solo sirvieron para empeorar su reputación.
Es demasiado pronto para saber qué tan grave es el problema de esta unidad. El brillo de sus ojos está al mínimo, pero aun así se está esforzando en no apagarse.
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